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domingo, 12 de octubre de 2008

De pez y de indio

Cuento
Por Norberto Álvarez Debans...por algo suceden las cosas.
¡Los buenos hábitos son la clave del éxito! El pregón familiar, reiterado en los oídos como un jingle, nos lleva a la práctica de uno de ellos: ¡Bañarse! A pesar de lo repetido, recién hoy percibí las verdaderas transformaciones que se producen, aunque muchos no lo crean así.

Cuando después de quitarse la ropa viene la desnudez y ésta es elevar los brazos y observarse los minúsculos detalles, entre repaso de acné, y la clásica ubicación de sobrepesos, viene el enfermizo recuento de lunares, hasta llegar a la final apreciación de la silueta, acompañada entonces de la mueca y el perfil de la seducción ante el espejo, que como árbitro emite su opinión.

Después del desdén de lo inmejorable, el paso próximo es el ingreso precavido al amplio recipiente enlozado, para tomar posición bajo la agresiva roseta perforada que pende sobre nuestras cabezas, dispuesta a mojarnos.

Luego de acertar la combinación de movimientos con la grifería, se suelta chispeante el agua, (mezcla de frío y calor a voluntad), entonces es ver la lluvia que cae por el tobogán de nuestro cuerpo. Resbalando como una caricia húmeda, acompañada del repentino estremecimiento que sobreviene, después que la borrachera del agua nos envuelve feliz.

Luego, entre debate de vellos y repliegues de piel, el líquido se precipita en rápido pasaje reiterado, hasta nuestros pies, para luego del higiénico servicio, esfumarse entre las extremidades inferiores rematadas en nuestros lejanos dedos. Y son nuestras fricciones y el jabón que nos llena de reflejos y de pegajosa espuma, todo el cuerpo. Produciendo la sensación visual de las escamas y el milagro se sucede simultáneamente, con el estrépito del agua que cae y el alegre jadeo que nos conmueve en la transformación de hombre a pez.

Remontar la cascada, nadando contra la corriente, en nuestra flamante condición, aspirando agitado por las imaginarias branquias de nuestra nariz y ensayando gárgaras hasta quedar convertido en el tonto pez que vive en nosotros y que en este acto le damos vida todas las mañanas. Y las alegres contorciones y las aletas de codos contra la pecera de mayólica y la cabeza hacia arriba buscando el sol de las tulipas amarillas.

Nos zambullimos con estrépito dentro del pequeño mar de sales que creamos en la bañera, para elevarnos y sumergirnos en tibias olas, conteniendo el aire y desparramando las escamas que nos hace olvidar por momentos las tormentas del trabajo; los traicioneros azulejos bursátiles o las redes impositivas que nos arrojan en éste juego diario de ser pez, hasta que presionados por el horario..., el triste telón de plástico clausurando la cascada y la última gota y el ligero frío y el mar que se escapa presuroso por el ínfimo desagüe con un rumor de nostalgiosas olas. Y las escamas como perlas fugaces se desprenden rompiendo la mágica varita del hábito, dejando al descubierto nuestra piel y sus brillosos pelos.

Y ahí es cuando sobreviene la nueva transformación, en rápida metamorfosis de pez a la de valeroso indio cotidiano. Aprovechando la nueva investidura preferimos el grito salvaje y profundo que retumba en la húmeda caverna, requiriendo de nuestra compañera, la prenda íntima que olvidamos traer. Mientras envolvemos las impúdicas zonas con el taparrabo de toalla y vestimos la espalda con la capa de brujo mañanero de la tribu cotidiana. Los pelos, como plumas en desorden, la cara colorada pintada de sofocación y la pronta "salida de baño", (imitación piel de leopardo), regalada por la suegra que viste al indio que trajo la nena, que nació, aunque ustedes no lo crean; del buen hábito de bañarse. El que pone al descubierto la leyenda de pez y de indio, que bien conoce nuestra consorte.


Luego aliviada, ella nos ve salir de la cueva a hacer la mañana, ocultando las picardías de las oscuras transformaciones hogareñas, bajo la inocente corbata motivo pescaditos y la pluma en el bolsillo del saco de cacique mañanero, obediente y formal.
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Copyright Norberto Álvarez Debans

1 comentario:

celiaboludaleal dijo...

Que gran expresividad tienen tus obras y tus narraciones.Se respira vida en cada pincelada .
Enhorabuena , por tu obra.