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sábado, 13 de enero de 2007

Autorretrato: De Bufón y Sacerdote

Autorretrato narrado y pintado:
DE BUFON Y SACERDOTE

¿Quién es ese mascaron centrado en el cuadro? El pintor Alvarez Debans y su musa pintura, su musa escritura, dos caras de sí mismo. A veces ríe, a veces se emociona, siempre reflexiona entre burlón e irónico, la fantasía y la locura del Bufón, la razón y la cordura del Sacerdote. -Ya te pinte, ahora te escribo... ¿Estás conforme? No, ya lo sé, nunca estarás conforme: ¡Maldito mascaron!

Por Álvarez Debans

Una mujer te sostiene en la vida, entre perpleja y azorada, entre alegre y malhumorada, entre atenta y enojada. Esta siempre contigo y tú, las pintas hasta el agotamiento. Tú y la mujer tigresa en los cuadros. Tu y tu musa leopardo de cabellera roja a rayas. Tú y las mil caras de ella en tus cuadros. Te ves bien muelle en el cuadro con ella enredada en tu cuello, entre ojos diferentes que se escapan de tu rostro, abarcándolo todo. Todo lo ves, en el entorno de tu vida y tus ojos ven diferentes bellezas según se filtren desde el arte o desde el concepto de los textos. El atractivo de los colores, las formas, la estética, el atractivo de la narrativa y su contenido. Color y narrativa entorno tuyo. Pintar y escribir, vivir.

Todo lo quieres ver y saber, razonar y reflexionar siempre y luego, luego girarlo. Y volver a ver. Claro ya tienes la esencia, que más, ahora lo tiras, ya ha sido suficiente. Conceptos remanidos y nuevos, todos batidos y batidos y batidos y luego, seguro lo volverás a mezclar hasta el cansancio para luego volcarlos a tus cuadros y tus escritos hasta agotar significantes. La individuación de conceptos como representaciones de ti mismo en tus dos aspectos; el arte-rojo; la estética del bufón y la escritura-azul, la reflexión del sacerdote. Desorden, orden, desorden, orden, el orden en el desorden, dicotomía interactiva, ¡Maldito mascaron rojo y azul! Me enmarcaste como si fuera tu parergon. Ergón y parergon. Icono, texto y marco. El adentro de ti y el afuera de ti. Tu fuera de todo en contemplación de la imagen colgada en el living de tu casa-galería.

Décadas pintando y pintándote y todavía la energía no se agota, todavía buscando la obra, la gran obra, el cuadro de los cuadros. Años escribiendo y todavía nada, hasta cuando la dualidad de bufón y de sacerdote. La risa y la docencia, la locura y la cordura. Reír y profetizar. Encontrarte, por fin, en un cuadro que te agrade aunque sea solo desde el texto en que lo razonas.

Es cierto que hay un primerísimo plano, una condición de reconocimiento y estima, que emana del ser y la valorización de sus observaciones. Triangulación de ojos, el creativo, el conceptual y el tercer ojo desde el oscuro ropaje, la visión de claridad, encierran la imagen bicolor central. Otra vez el parergon, la vestimenta del ergón, de ti mismo escritor ahora. Una triangulación de la máscara y la mujer tigresa de tu imaginario. Tus evocaciones y tus hipótesis. Vida entre la espontaneidad del arte que fluye al mínimo estímulo y el discurso académico que subsume lecturas y lecturas, experiencias de profesión, el ojo del arte y el ojo del concepto ayudándote a vivir como ángeles guardianes. Realidad y publicidad angelical, en medio de tanta locura.

¿Porque el arte es tu riqueza, es tu oro y el concepto que enseñas la plata, tu plata? El arte es herencia, es tu don, la plata no, es investigar y estudiar, es teoría, es hipótesis, una matriz de trabajo desarrollada en años. Para divertirte ahora así, oro, pintando, pintándote oro y escribiendo, plata, escribiéndote, plata. Pensamiento en diversas direcciones, desde y hacia mundos diferentes, convivencia difícil, que has sabido ordenar y diagramar como trazos de un cuadro que miras desde diferentes ojos para equilibrarte para armonizarte. Historicidad, experiencia, conocimiento artesanía labrada, como un orfebre cognoscitivo. Independencia de ideas, tesón, el concepto y los dolores de cabeza, paracetamol al paso.

Fuera-de-obra, estas tu, dentro-de-obra, estas tu. Tú obra es la obra. Tu tercer ojo intuye, esta debajo, te sostiene, debajo es por detrás, en el fondo, subsumido pero omnipresente, te dirige, te direcciona, te equilibra. Tu autorretrato de bufón y de sacerdote te incluye, tercero.

Un ergón, tu mismo, tu rostro central en el plano y tus ojos, hay un parergon mujer leopardo de tu imaginario, tu musa. Un modelo, un sistema, un criterio rojo y azul para una crítica singular de una obra que nadie crítica, nada más el autor, su musa y su obra. Soledad, soledad, soledad. El pintor frente a su obra, emoción, encontrar, encontrase, ser.

El tiempo continuará más allá de mí y seguramente yo viviré en mis cuadros, seré la esencia en la imagen dual, bufón y sacerdote. Pintor, escritor, maestro, profesor de conceptos. El tránsito por universidades, sus aulas, los alumnos, sus voces seres, formas, palabras y frases, significaciones que dan forma, figura y fondo para un ojo que intuye el color rojo y el azul opuestos y expuestos en el autorretrato que como un maldito mascaron de proa, avanza como un adelantado en el tiempo que vendrá donde como único testigo hablará de los mares pintados en el tiempo. Tú y la mujer tigresa. Tu y tu musa leopardo de cabellera roja a rayas. Tú y las mil caras de ella en tu cara. Tú y tus alumnos que se multiplican con cada cuatrimestre que pasa, emociones, sentimientos, alegrías y tristeza. Oro y plata para un mascaron donde habita el pintor que escribe y se describe.

Pintura, acrílico sobre tela. 60x70 cm. 2004

1 comentario:

Federico Jordán dijo...

Saludos Alvarez. Un autorretrato muy reflexivo. Federico.