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domingo, 24 de diciembre de 2006

Literatura: ¿Y ahora para qué, Juan?


-Para reclamar más plata, Dominga. ¿Para qué va ser? - No tenemos el qué comer Juan. - Vamos a reclamar más plata. - Vos todo el tiempo con eso Juan, en vez de trabajar más. - Voy con los compañeros a reclamar más plata. ¿Y eso que es? – Cuándo vas a volver Juan. – No sé.

Juan dejó atrás los rezongos de su mujer y estiró las cuerdas laterales del bombo. Tensó el parche para que sonara bien. Busco el pedazo de manguera rellena de cables para golpear con fuerza el bombo.
Juan y el pum-pum que lo emocionaba. El pum-pum que lo acercaba a los compañeros y al macho. Al líder muerto que los compañeros del sindicato sabían revivir. Los compañeros si que sabían sobre el general, ellos repetían todas sus palabras. El macho luchó duro contra la patronal, e hizo justicia para el pueblo, les decía el delegado. Juan se frota el brazo con aceite verde. Tomó un trago de tinto directamente de la botella y juró que hoy le iba a dar duro al bombo. Meta pum-pum para que escucharan los reclamos de sus compañeros, meta pum-pum por el trabajo.

Por eso hoy subió primero al camión, después en la calle, sonriente y decidido se alineó en primera fila junto a los otros bombistas y meta pum-pum nomás.

Los curiosos desde las veredas lo miraban pasar. Juan advertía que su bombo sonaba más que todos los otros, mucho más, porque cuando él golpeaba recordaba la lucha contra la peatonal, porque no había como el general, su líder, por todo eso él estaba en las manifestaciones, por la justicia del pueblo, por eso golpeaba con fuerza. -¡Porque tenía huevos, que mierda!

Y cuando ya todo había terminado, otra vez la afonía, otra vez el dolor en el brazo. Otra vez el dolor en la espalda. Y los dedos de la mano derecha dormidos, flojos como el parche de su bombo. Pero esta vez estaba seguro que lo habían escuchado, porque él le dio con fuerza...

-¿Y? –Esta vez, le di con todo, Dominga. -¿Y te prometieron algo?
–Ya vas a ver como arrugan Dominga, ya vas a ver. –Vos siempre con eso Juan, cada vez trabajas menos... -¿Y el bombo qué? –Puro hambre Juan.

Llegó la hora de la magra cena. Luego el sueño. Sobre el respaldar de la cama, velaba el cuarto el retrato de la santa con el pelo rubio recogido y la gargantilla de esmeraldas, a su lado un cuadro del general sobre el caballo blanco con lunares negros y más abajo en la pared, un clavo aprisionaba la estampita de San Cayetano, cruzado con una espiga de trigo.

Superando los dolores Juan quedó rendido en la cama. Soñó con la plaza y los compañeros ubicados frente a la rosada. El macho en el balcón, con esa vos tan del disco que escuchaba en la unidad básica y él, solo, delante de todos, bien enfrente del general, dándole al bombo meta pum-pum, meta pum-pum, meta pum pum.

-¡Estáte quieto Juan! ¿No podes dormir o qué? ¡Ya me pegastes tres puñetazos!
-¿Qué te pasa che?.. ¡Viva el general, carajo!

Cuento nº 34 del libro inédito: "Literatura SNACK, para leer y tirar." (1982)

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