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miércoles, 9 de enero de 2008

Hambre

Por Norberto Alvarez Debans
CUENTO
El asunto es procurarse un cospel, del fondo de alguno de los bolsillos. Después, el molinete. Mezcla de alcancía y barrera, que en atención al depósito, abre las puertas al viaje. El paseo es rápido.

El señor del silbato, con la estridencia del pequeño instrumento te despierta en cada estación y con la llave de tubo que extrae del cinto, abre las puertas del vagón. ¡Estación, pito y llave!, Hasta llegar a destino. Allí la gente en tropel que sale y la pelea con los que quieren entrar. Nosotros los que llegamos más tarde, ellos los que madrugaron y ya vuelven. Uno-a-uno, dos-a-uno, forcejeo y lucha. Tres que salen, uno que entra. Estación, pito y llave. ¡Tres a Tres! Final, y el cuello de botella; la angosta escalera mecánica, hoy: ¡Sorpresa!

Casi al llegar arriba, (cómodamente transportados), la gente que se demora en salir... ¡gritos! Nadie sabe qué pasa. Rumores. Un viejo agazapado en la boca de la escalera, tirado en el piso, lucha contra ella y sus dientes de acero, para que no le lleve un pié. Ya le tragó el mocasín, y ahora no puede impedir que le absorba la media, desnudando su escuálida extremidad.
Los mayores, con torpes e imprevisibles movimientos caen sobre él. Los más jóvenes saltan. ¿Y la escalera? La escalera mecánica sigue subiendo gente que se amontona sofocada. Ya le llevó la media al viejo y ahora le quiere comer los dedos del pie. Una mujer calzada con botas, por socorrerlo, no pudo evitar que la insaciable escalera le devore las suelas de goma. Los dedos de los pies de la mujer sangran, los del viejo también. La escalera voraz quiere llevarse a otros.

La gente se sigue amontonando sobre el viejo, ya cansado de luchar, y van cayendo unos sobre otros sofocándolo. Algunos testigos gritan desesperados: ¡Paren la escalera! ¡La escalera, por favor! Pero no hay quien sepa hacerlo, ella sigue incesante, apilando gente y se las va comiendo, se las va comiendo, se las va comiendo...

Referencias:

Cuento del libro inédito ZANGAMANGA, cuentos para leer bajo el paraguas. Recopilación 1982-1985.
"Cóspel", Moneda que se compraba en boleterías para viajar en los "subtes".
"Señor del silbato", Guarda (argentinismo) que hacía sonar un silbato cuando llegaba a cada estación.
"Llave de tubo", Pequeña herramienta que insertaba en una “cajita” para que se abrieran las puertas de los vagones.

Buenos Aires, 1º de agosto de 1982. Estación Florida, subterráneo línea B, 10:55 horas.
Los nombres de los desaparecidos no fueron suministrados.

2 comentarios:

Amilcar dijo...

Me parece demasiado hermoso; me encargaré de comentarlo.
Saludos del Capitán Amilcar.

ADN dijo...

Gracias Capitán Amilcar por comunicarte. Me alegra que te hayas interesado en este cuento.He visto en tu Blog que entre tus intereses esta la filosofía, ciencia que también me atrae, fijate que con un profesor Dr. en Filosofía hemos escrito un libro, todavía inédito: "Conversaciones entre un filósofo y un publicitario (ese soy yo)que te invito a que lo leas, te paso el link: http://alvarezdebans-publicidad.blogspot.com/2008/03/el-ser-en-si-objeto-y-sujeto-de-la.html
Saludos, Norberto.