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martes, 15 de diciembre de 2009

EL SI LUGAR

Crónica de un viaje anunciado:

Un viaje a la ciudad natal, motivo; 50º aniversario de egresados de la Escuela Nacional de Comercio.

Por Norberto Álvarez Debans

Volver a la ciudad natal después de varias décadas para encontrarse con compañeros de la secundaria, llena nuestros espíritus de sentimientos y emociones. Actos que nos conmueven profundamente, opresión en la garganta, lágrimas escondidas que apenas si asoman.

La ciudad, Paraná y los compañeros, de aquellos tiempos, ubicados ahora en un aula que nos fuera común, a lo largo de 5 años de convivencia, hace tanto tiempo. Adolescentes inquietos, curiosos y dispuestos al conocimiento y la amistad. Viejas picardía, bromas, paradigmas que vuelven a hacerse presentes, adolescentes que han crecidos, cautelosos, ávidos de volver a verse como en aquellos tiempos. Para muchos, la ciudad alberga nuestro primer hogar, nuestros padres y los familiares, hoy casi todos muertos, es el “si lugar”. Es el origen, el “ground cero” de nuestras vidas. De la amistad, del cariño y del primer amor.

Un programa a respetar, visita a la escuela, recepción de la rectora actual, mujer joven y simpática. Visita a una de “nuestras” aulas, allí; palabras de un antiguo rector, de un celador de aquellos tiempos, emociones, algunas lágrimas resbalando lentas por los rostros, por momentos adustos, labrados de arrugas, pelos blancos, palabras, silencios, voces que conmueven, que se meten despacito en nuestras mentes. Imágenes de abuelos-alumnos sentados en pupitres, algunos distraídos mostrando sus fotografías, conversando entre sí, orgullosos de sus familiares, de sus hijos, de sus nietos y por momentos llenos de risas, brillo en los ojos y alegría. Sentimientos encontrados, emotividad y felicidad, pasado y presente, que se funden a cada momento.

Alguien sugiere que cada uno de nosotros cuente aspectos de su vida, anécdotas, opiniones, lo que desee hacer saber. Poco a poco cada uno se va parando al costado de los pupitres y narran. Algunos se expresan con facilidad, otros con dificultad, pausados, como masticando los recuerdos, otros excitados, con muchas ganas expresan sus vivencias, ricas, abundantes, es la vida que ha pasado, diferentes, parecidas entre si, llena de matices. Cincuenta años que se han ido, desde el alma, resbalándose por entre los dedos y, otra vez las lágrimas y las risas, inundan el aula. Aplausos, continuos aplausos, para a los diecinueve oradores que han verbalizado sus vidas en unos pocos minutos cada uno.

Nos miramos, nos sonreímos, nos descubrimos, nos vemos detrás de las caras actuales, descubrimos juventud, detrás de la vejez, Ahora es salir lentamente del aula, nadie tiene apuro, caminar por las antiguas galerías en un día gris, una fina llovizna nos acompaña salpicando nuestras vidas, avanzamos un poco más en el día programado y los recuerdos que como un aura blanca nos envuelven y así los paseamos. Caminar en silencio, gozar con el paseo, que quizás no se repita.

En este “si lugar”, hay pertenencias, vivencias, recuerdos que nos unieron y que nos unen, hay amistad. Recuerdos de profesores, de circunstancias, que había dormido durante décadas en nosotros y hoy aparecen, surgen lentamente, un telón que se corre y hasta pareciera que nos vimos ayer, todos prendidos del recuerdo que supo juntarnos hace 50 años y ahora otra vez, todos juntos en la escalera, flashes, cámaras. Nadie quiere perderse nada, fotos que hay que llevar a casa, para algunos muy cerca, para quienes se quedaron a vivir en Paraná, para otros, a cientos o miles de kilómetros de allí. Para los que viajaron para la conmemoración, para reencontrarse con los recuerdos, fotos para asegurarse que existieron esos recuerdos, que todo fue cierto.

Al medio día un almuerzo, ya cada vez más nosotros mismos, los seres de hoy y sus recuerdos. Una amistad que ha renacido. Una larga mesa de un restaurante nos contiene, intercambiar mail, celulares, un tiempo tecnológico que ha cambiado nuestras mentes. Por la noche, una cena en casa de una compañera, ya estamos como estuvimos hace décadas, sentados entre compañeros, entre amigos, allí risas. De pronto una compañera que no estuvo por la mañana que ha llegado, esta ciega, camina despacio, la acompañan y nos va reconociendo, sus manos repasan relieves en los rostros, muchos sufren, otros lloran en silencio al verla así, ella sonríe, es feliz otra vez.

Al final de la cena, un compañero se devela como un humorista genial, talentoso. Nos hace reír a carcajadas, contando su cuento único, sin fin, de un gaucho muy particular, medio aventurero y medio filósofo. Un caminante de las pampas chatas argentinas, querible, vacilante y lleno de vida simple y austera. El rostro, su discurso, sus inflexiones, su gestualidad, nos conmueven,.. Brillante, como esta noche de egresados, quizás mañana todo lo acontecido parezca un sueño.

El hecho fue real, el día 11 de diciembre de 2009, en la Escuela Nacional de Comercio de Paraná, Entre Ríos. Llovía.